Síndrome de Alta Exposición: El ataque que recibes por destacar
Desde nuestro departamento de crecimiento personal en Cartagena, queremos hablaros del Síndrome de Alta Exposición: El ataque que recibes por destacar.
El síndrome de alta exposición afecta a las personas que destacan de la media, ya sea por sus elevadas habilidades, sus excelentes cualidades o porque han alcanzado un gran éxito. También se le conoce como el síndrome de la amapola alta porque se espera que todas las plantas crezcan a la misma velocidad y altura, por lo que a aquellas que crecen demasiado rápido, se les reduce su altura.
De la misma manera, en grupos o sociedades que promueven principios igualitarios, elevarse por encima de la media se considera antisocial puesto que va contra la cultura dominante. Como resultado, esas personas despiertan en los demás sentimientos de hostilidad que dan paso a actitudes y comportamientos perjudiciales para intentar derribarlas.
Por ende, el síndrome de alta exposición implica el deseo de “aplastar” a los triunfadores o personas excepcionales para que se adapten a la media.
¿Por qué las personas excepcionales llegan a molestar?
Según Max Weber, sociólogo alemán, en ciertos grupos sociales ganar prestigio y poder es un juego a suma cero, por lo que existe una tendencia más marcada a querer derribar a las “amapolas altas”.
En práctica, en esos grupos solo hay una cantidad limitada de prestigio que se debe compartir entre sus miembros, así como una cantidad específica de atención, autoridad y recursos. Según su teoría, para que alguien suba, otro debe caer, ya que solo así se puede mantener el equilibrio.
Por eso, una persona prestigiosa, talentosa o exitosa es vista como un obstáculo por los otros. Como resultado, es probable que el grupo haga todo lo que esté a su alcance para disminuir el poder o el éxito de esa persona.
El síndrome de alta exposición puede estar presente en cualquier contexto. Aunque es más común en los centros de trabajo y las escuelas, también puede ocurrir en el seno de la familia. A lo largo de la historia, muchos pioneros en diferentes campos de la ciencia han sido considerados “amapolas altas” y la comunidad científica se esforzó por denigrar sus descubrimientos o teorías.
No obstante, más allá de la dinámica social que tiende a aplastar a aquellas personas que sobresalen demasiado, lo cierto es que el síndrome de alta exposición no se reduce a un fenómeno social, sino que tiene unas profundas raíces psicológicas.
A algunas personas les resulta complicado apreciar de manera genuina y sin rastro de envidia los logros o cualidades de los demás. Como dijera el escritor Elbert Hubbard, “Existe algo mucho más escaso, exquisito y raro que el talento: el talento de reconocer a los talentosos”.
El problema es que las personas que sobresalen pueden ser percibidas como un peligro para el ego de quien no se siente a la altura. Entonces, para evitar que la autoestima se resienta, esas personas intentan derribar al otro poniendo en práctica diferentes acciones:
- Menospreciar el éxito con frases como “fue tan solo buena suerte”.
- Menospreciar las habilidades y el trabajo duro de los demás.
- Señalar pequeños errores o fallas irrelevantes en vez de felicitarle por los grandes logros.
- Negarse a colaborar, para que esa persona no tenga éxito.
- Ponerle la zancadilla.
- Criticarle a cada paso que da para disminuir su valía.
- Resaltar los campos en los que no es tan bueno, para intentar rebajar sus logros o capacidades.
Las consecuencias del síndrome de alta exposición
Dos investigaciones realizadas en la Universidad de Waikato y de Canterbury descubrieron que una cultura matizada por el síndrome de alta exposición puede generar una disminución del rendimiento promedio de hasta un 20%.
Estos psicólogos confirmaron además que las personas que sufren los “comportamientos de poda” por parte de los demás pueden comenzar a presentar:
- Miedo a destacar, ya que aprenden que no es bien visto.
- Inseguridad personal, ya que no pueden expresarse como son.
- Ostracismo, ya que generalmente se vuelcan en sí por el miedo al rechazo y la crítica.
- Baja autoestima y reticencia a compartir sus logros con los demás.
Como resultado, el equilibrio mental de estas personas termina cediendo, por lo que es más probable que padezcan depresión o ansiedad.
¿Qué hacer? El cambio de mentalidad necesario
Benjamin Franklin Fairless, el presidente de United States Steel Corporation nos brindó el mejor consejo: “No se puede fortalecer a uno debilitando a otro; y no se puede aumentar la estatura de un enano cortando la pierna de un gigante”.
Para acabar con el síndrome de alta exposición debemos comprender que las comparaciones son innecesarias y contraproducentes. Todos somos diferentes y brillamos de manera distinta. También necesitamos comprender que todos tenemos limitaciones y que no es necesario llegar hasta donde llegan los demás. Cada quien debe buscar su camino a la felicidad, no al éxito.
Debemos sentirnos agradecidos por la diversidad, en vez de verla como un peligro. Solo cuando realicemos ese cambio de mentalidad, a nivel personal y social, podremos dejar que cada amapola crezca a su propio ritmo y llegue hasta donde desee llegar.