¿Podemos usar la ansiedad a nuestro favor?
Desde nuestra clínica de psicología en Cartagena queremos dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Podemos usar la ansiedad a nuestro favor?
La ansiedad suele ser percibida como una experiencia negativa. Nadie quiere sentir la punzada de la aprensión constante o esa sensación de que algo malo está a punto de pasar de un momento a otro. Sin embargo, siempre que no alcance niveles patológicos, es posible usar la ansiedad a tu favor.
3 ventajas insospechadas de la ansiedad
La vida moderna, con todas sus obligaciones y desafíos, nos engulle en un estilo de vida estresante. Sin embargo, es necesario comprender que la ansiedad no es simplemente un invitado indeseado.
Desde una perspectiva evolutiva ha jugado un papel crucial en nuestra supervivencia: la reacción de “lucha o huida” suele desatar un mecanismo adaptativo que prepara el cuerpo para afrontar las amenazas inmediatas.
La ansiedad, al igual que el resto de las emociones, en especial las que catalogamos como “negativas”, son herramientas para la supervivencia que hemos ido refinando a largo de cientos de miles de años de evolución para protegernos. Por tanto, como todo en la vida, la ansiedad también tiene un lado positivo.
1. Nos ayuda a enfocarnos
De hecho, se ha comprobado que, si bien la ansiedad restringe la atención global, también nos ayuda a enfocarnos más en las posibles amenazas. Una persona ansiosa, por ejemplo, ve mejor la “letra pequeña”. Esa capacidad para enfocarse en los detalles puede ser particularmente beneficiosa en contextos en los que la atención al detalle es crucial. Un estudio desarrollado en la Universidad de Waterloo también reveló que un nivel manejable de ansiedad mejora nuestra memoria, en especial para los detalles.
2. Nos permite ser más empáticos
Psicólogos de la Universidad de Haifa también constataron que la ansiedad puede ayudarnos a ser más empáticos y comprensivos con los problemas de los demás. Es probable que después de haber tenido que luchar con la ansiedad, nos volvamos más sensibles y tolerantes como los desafíos personales de los demás.
3. Nos brinda un extra de motivación
Cuando estamos motivados, nuestro rendimiento aumenta. No solo hacemos las cosas mejor, sino también las afrontamos con un estado de ánimo más positivo. Según la ley de Yerkes-Dodson, el nivel de ansiedad adecuado nos ayuda a alcanzar el punto ideal de motivación. La ansiedad, siempre que no sea muy elevada, nos brinda la energía que necesitamos ya que activa el sistema nervioso simpático, que es como nuestro “acelerador”.
¿Cómo usar la ansiedad a tu favor en vez de paralizarte?
Los trastornos de ansiedad pueden ser paralizantes. No cabe duda. Sin embargo, el uso generalizado del término ansiedad para referirse a un malestar general causa confusión porque nos lleva a dar por buenas dos falacias:
- Sentir ansiedad es peligroso y dañino
- La solución es combatir o prevenir la ansiedad
Esa forma de pensar que nos ha llevado a percibir las ansiedades cotidianas como problemas que debemos evitar a toda costa. No obstante, el problema no es la ansiedad. La ansiedad es solo el mensajero: nos dice que nos estamos enfrentando a la incertidumbre y que debemos estar a la altura del desafío o nos advierte de que debemos cambiar algo en nuestra vida. El verdadero problema es que nuestras creencias sobre la ansiedad y el deseo de escapar de ella terminan cerrando el ciclo de la ansiedad.
Aplicar la reestructuración cognitiva para la ansiedad te ayudará a cambiar la manera en que ves y reaccionas ante ese estado. Un experimento realizado en la Harvard Business School comprobó que cuando percibimos la ansiedad como un estado de excitación positivo, logramos mejorar nuestro desempeño.
De hecho, si lo piensas, la ansiedad no es más que aprensión sobre un futuro incierto: podría suceder algo malo, pero también podría suceder algo bueno. Por tanto, cuando sientas esas mariposillas en el estómago o tu corazón comience a latir más deprisa, no asumas inmediatamente que estar ansioso es negativo.
Replantéate esas sensaciones como una señal de expectación y excitación. Tienes la capacidad de redirigir esa energía diciéndote “estoy emocionado” en vez de “será un desastre, estoy ansioso”.
También será de gran ayuda que emparejes cada preocupación con una acción, un sencillo truco para convertir la ansiedad en algo productivo. Básicamente, consiste en hacer una lista de las cosas que te preocupan y generan ansiedad. Luego piensa en acciones prácticas que te ayuden a resolverlas o minimizar su impacto.
De esta forma podrás usar la ansiedad a tu favor porque aprovecharás su mensaje de alarma para prepararte y afrontar esas situaciones que podrían crearte problemas. La clave consiste en reorientar la energía que genera hacia la acción, en vez de perderte en el laberinto de las preocupaciones.
Soren Kierkegaard escribió: “quien aprende a sentirse ansioso de la manera correcta, ha aprendido lo más importante”. Aprender a lidiar con el estrés, la tensión y la aprensión no es fácil, pero cuando logras usar la ansiedad a tu favor y dejas de verla como un enemigo, incluso podrás convertirla en una herramienta para conectar contigo mismo, escucharte y construir la vida que deseas.