Comenzar a trabajar en un nuevo puesto siempre supone un reto para cualquiera. Nuevo lugar, nuevos compañeros, nuevos jefes… Supone una situación que claramente nos genera mucha incertidumbre y nerviosismo. Sabemos que hemos sido seleccionados para ese puesto de trabajo, pero es fácil que dudemos de nuestras capacidades, sobre todo al principio, donde todo es novedoso. Nuestra sensación de control no suele ser en este momento tan poderosa como debiera y esto hace que a veces nos tambaleemos un poco a nivel de seguridad y confianza.
La primera variable que debemos trabajar es el tiempo. Es más que evidente que queremos estar adaptados lo más rápidamente posible, pero aun así, la variable tiempo es determinante. No lo vamos a saber todo el primer día, ya que tendremos un montón de información, que no nos permitirá tener todo al 100% bajo control. Ser conscientes de que debemos darnos un margen para dominar nuestro entorno será clave para encarar de la mejor forma posible este proceso de adaptación.
Unido a esto está la variable esfuerzo. Puede que no sepamos completamente como desempeñar nuestro trabajo, pero hay algo que no puede ponerse en duda: nuestro esfuerzo. Será un factor importantísimo para lograr la ansiada adaptación, y tiene que ir unido a preguntar dudas, dar lo mejor de nosotros mismos y ser conocedores de la fase en la que estamos inmersos.