¿Cómo afectan los videojuegos al cerebro?
Desde nuestra área de tratamiento de adicciones en Cartagena os queremos dar respuesta a una pregunta que nos hacen muchos padres: ¿Cómo afectan los videojuegos al cerebro?
Según las investigaciones en la materia, los efectos neurobiológicos no siempre se presentan de forma homogénea. Sin embargo, existe un consenso sobre los factores fundamentales de los que dependen estos efectos: el tiempo de uso, el patrón del uso, el tipo de uso de videojuegos y la preexistencia de condiciones neuropsiquiátricas. Estos factores se encuentran relacionados entre sí. Aparentemente, un uso regular y moderado de los videojuegos en niños, estimula el control de la atención, de la percepción, el cambio de tarea o la rotación mental. En adultos sin experiencia en los videojuegos, se señalan ciertas mejorías en las capacidades atencionales en sesiones de menos de una hora al día. También pueden mejorar la velocidad de lectura en niños con dislexia e incrementar las habilidades motoras en programas de rehabilitación.
Los estudios mencionados, están basados en el uso moderado de los videojuegos, pero ¿sabes qué sucede si se pasa del uso al abuso de los videojuegos?
¿Qué pasa con el cerebro si se abusa de los videojuegos?
Son numerosos los estudios científicos, que afirman que, en aquellos jugadores, en los que el tiempo de uso o patrón de uso se convierte en perjudicial, se producen cambios en la función y en la estructura del cerebro.
Estudios realizados con resonancia magnética funcional o con morfología basada en vóxel, que son técnicas utilizadas para evaluar la función o actividad, o para observar la anatomía del cerebro, respectivamente, indican alteraciones neuronales en los circuitos fronto-estriatales y fronto-cingulares. La corteza del cíngulo anterior, perteneciente al segundo circuito, se encuentra hiperactivada y presenta un volumen de sustancia gris reducido. Esta región está involucrada en procesos como el craving o deseo de consumo, la regulación emocional o la toma de decisiones. Esto se traduce en que las personas que usan videojuegos de forma perjudicial tienen más ganas de jugar, regulan peor sus emociones y tienen más problemas a la hora de tomar decisiones.
Por otra parte, en investigaciones que estudian la función del sistema de recompensa, hallan hiperactividad en regiones prefrontales laterales. La región prefrontal del cerebro es la encargada de funciones como la flexibilidad cognitiva o el control inhibitorio, que es la función que permite no ejecutar una respuesta por muy automatizada que esté. La explicación posible a ello es que en estas investigaciones se utilizan tareas basadas en la reacción ante estímulos relacionados con los videojuegos. En los jugadores compulsivos, inhibir esas respuestas supone un coste mayor que en jugadores sanos. Esto también se traduce en niveles superiores de impulsividad.
Por el contrario, se encuentra hipoactividad en la ínsula posterior y el giro precentral y postcentral, que son regiones críticas en el funcionamiento sensoriomotor. Esto sugiere que los jugadores están habituados a los estímulos relacionados con los videojuegos y son menos sensibles a la información sensorial y motora asociada. Finalmente, se encuentra una liberación de dopamina en el estriado ventral, que coincide con la provocada por el uso de sustancias. La evidencia señala que la adicción a sustancias y la adicción a los videojuegos tienen un sustrato neurobiológico común. Es por ello, que se realiza una definición clínica de la adicción a los videojuegos.
¿Cómo afectan los videojuegos al cerebro adolescente?
El cerebro adolescente no está exento de alteraciones neurales en relación con el uso y abuso de los videojuegos. Es más, ser adolescente, se sitúa como un factor de riesgo ante el desarrollo de una adicción.
La corteza prefrontal, encargada del control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva o la toma de decisiones, está aún en proceso de maduración en la etapa de la adolescencia. Por lo que, el consumo de sustancias o jugar de forma compulsiva a videojuegos, interrumpe el normal crecimiento y desarrollo de esa región cerebral entre otras. Otras regiones cerebrales encargadas del comportamiento, las emociones y el aprendizaje también pueden sufrir alteraciones y no desarrollarse adecuadamente, ya que jugar videojuegos activa de forma más notoria zonas del cerebro relacionadas con la visión y el movimiento.
Bien es cierto que un uso moderado de los videojuegos mejora precisamente las habilidades visuoespaciales, la atención dividida, atención sostenida y la velocidad de procesamiento. Sin embargo, un uso problemático puede provocar pérdida de control sobre la conducta, puede provocar abandono de actividades e intereses alternativos y puede acarrear consecuencias negativas, por supuesto, también en los adolescentes.
Asimismo, se debe tener en cuenta que aquellos videojuegos con contenidos violentos, pueden generar una conducta más propensa a la agresividad. Ahora bien, los efectos que se producen en el comportamiento y las alteraciones que puedan ocurrir a nivel cerebral, dependen de la naturaleza del videojuego, la exposición al mismo -en horas de juego o edad de inicio- y de las características individuales de cada persona. Es imprescindible destacar que, si un adolescente juega de forma compulsiva a videojuegos y para a tiempo, las alteraciones cerebrales y conductuales que se producen son reversibles, mientras que las que se presentan en adultos, son irreversibles.