Signos que indican que es necesario llevar a un niño al psicólogo
Desde nuestra área de terapia infantil en Cartagena queremos hablaros acerca de los signos que indican que es necesario llevar a un niño al psicólogo.
Solemos pensar que la infancia es una etapa idílica, libre de preocupaciones y problemas. De hecho, muchos padres suelen infravalorar las preocupaciones de sus hijos y subestimar las emociones negativas que experimentan, según reveló un estudio realizado en la Universidad de California.
No cabe duda de que la infancia es una fase estupenda de la vida, pero también puede ser muy difícil. Los niños están aprendiendo a abrirse camino en el mundo, se enfrentan a numerosos retos y cambian prácticamente día a día.
Por esa razón, no debe extrañarnos que un 13% de los adolescentes de entre 10 y 19 años padezca un trastorno mental diagnosticado, según un informe de la Unicef. Esa cifra aumenta al 20,8% en España, que se sitúa como el país europeo con mayor prevalencia de psicopatología infantil.
Sin embargo, solo el 20% de esos niños y adolescentes recibe el tratamiento adecuado, según la Asociación Americana de Psicología, la cual ha alertado de que estamos viviendo una auténtica epidemia de salud mental infantil.
Nuestra psicóloga infantil, con más de 15 años de experiencia profesional en la terapia infantil, explica que muchos padres esperan demasiado para pedir ayuda psicológica. Darse cuenta de que el niño se ha roto un brazo o una pierna y necesita asistencia médica urgente es fácil, pero los síntomas psicológicos son más escurridizos, por lo que los padres pueden subestimarlos pensando que “son cosas de la edad” o que “ya se le pasará”. No obstante, cuanto más tarde en llegar la ayuda psicológica, más se enraizará el problema y mayores serán sus ramificaciones en la vida infantil y familiar.
¿Cuándo llevar a un niño al psicólogo?
1. Regresión a etapas anteriores del desarrollo
En muchos casos, el comportamiento regresivo es la primera señal de alarma que indica que el niño necesita la ayuda de un psicólogo. Cuando los pequeños están sometidos a una gran tensión, suelen regresar a etapas anteriores de su desarrollo para sentirse más seguros, de manera que pierden habilidades que habían ganado. Es habitual que vuelvan a mojar la cama, reexperimenten la ansiedad de separación, vuelvan las pesadillas o tengan rabietas más frecuentes e intensas. Esas regresiones son una manera de pedir ayuda.
2. Cambios en los hábitos infantiles
Todos los niños tienen estirones de crecimiento y atraviesan periodos en los que comen más de lo habitual o pierden el apetito. Sin embargo, si notas grandes cambios en sus hábitos alimentarios o de sueño que duran más de dos semanas, es importante que intentes comprender su causa. Las dificultades para conciliar el sueño, los despertares nocturnos, las pesadillas frecuentes o los terrores nocturnos pueden ser un indicador de problemas psicológicos más profundos que se están manifestando a través de esos cambios en los patrones de sueño y alimentación.
3. Aparición de miedos y preocupaciones excesivas
La infancia no es un periodo exento de preocupaciones. Es normal que los niños comiencen a preocuparse por el mundo que les rodea, sobre todo a medida que crecen. En la actualidad, es comprensible que sus pensamientos se deslicen de vez en cuando hacia la pandemia o la guerra y que muestren cierto temor e inseguridad. Sin embargo, si esas preocupaciones y miedos se vuelven excesivos, hasta el punto de afectar su equilibrio emocional o limitar sus actividades cotidianas, es necesario llevar al niño al psicólogo para evitar que desarrolle problemas mayores, como un trastorno de ansiedad o alguna fobia.
4. Aislamiento social
Algunos niños y adolescentes suelen ser más retraídos e introvertidos que otros, de manera que disfrutan de la soledad. Sin embargo, si notas que tu hijo pasa demasiado tiempo solo, se distancia de sus amigos y rechaza el acercamiento de sus coetáneos en diferentes circunstancias, quizá esté atravesando alguna situación conflictiva, sufra depresión o esté siendo víctima de acoso escolar. En el caso de la depresión, el aislamiento también suele acompañarse de un marcado desinterés por aquellas actividades que antes disfrutaba, de manera que a un niño que le gustaba salir y jugar, ya no quiere hacerlo.
5. Aumento de la irritabilidad o la agresividad
En los niños y adolescentes, los trastornos psicológicos pueden manifestarse con síntomas como la agitación, la irritabilidad y las respuestas impulsivas. En parte, esto se debe a que las zonas prefrontales del cerebro implicadas en el autocontrol aún no se han desarrollado por completo, de manera que les cuesta reprimir sus impulsos. Los niños y adolescentes también experimentan una mayor frustración ante los contratiempos, la cual se puede manifestar con conductas destructivas. En algunos casos incluso pueden llegar a autolesionarse, un problema cada vez más frecuente en esta etapa de la vida al que recurren como una «válvula de escape» para aliviar la tensión emocional que experimentan.
6. Problemas escolares
Si un niño o adolescente comienza a tener problemas en el colegio, es necesario encontrar la causa. A menudo trastornos como el TDAH, la dislexia, la disgrafia o las dificultades de aprendizaje se detectan precisamente cuando los niños comienzan a asistir al colegio. Además, si están atravesando un periodo difícil, es probable que les cueste seguir el ritmo de la clase, de manera que su rendimiento académico se resentirá. En otros casos esos problemas se manifiestan a través de comportamientos agresivos con los profesores o los compañeros de clase. Por eso, es importante que te mantengas al tanto del comportamiento y el rendimiento escolar de tus hijos.
7. Quejas somáticas
Muchas veces los niños no encuentran las palabras adecuadas para expresar lo que sienten o les preocupa, de forma que terminan somatizando ese malestar psicológico. Los dolores de cabeza frecuentes, la alopecia areata, los problemas gastrointestinales o las lesiones en la piel, así como los tics nerviosos, son algunas de las maneras en que se expresan las dificultades en el plano emocional.
Desde Mens Sana, donde también contamos con psicólogos para adolescentes en Cartagena, advierten que ante la duda, lo mejor es pedir ayuda especializada. Es importante que los padres eviten el pensamiento catastrofista y no crean que si llevan a su hijo al psicólogo los demás le pondrán una etiqueta negativa que lo estigmatice.
Buscar orientación psicológica no significa, necesariamente, que el niño o adolescente tenga que someterse a un tratamiento de salud mental a largo plazo. Muchos casos se pueden resolver con unas cuantas sesiones de orientación psicológica y/o intervención familiar. Y en caso de que lo necesite, no hay nada de malo en ello. El verdadero problema es no buscar ayuda porque así el trastorno terminará agravándose.
Por consiguiente, es importante que te mantengas al tanto de las preocupaciones de tus hijos. Apóyalos, muestra una actitud empática y hazles saber que pueden contar contigo cuando tengan un problema. Y si necesitan un psicólogo, recuerda que “la terapia no es para locos. Es para quienes quieren hacerse cargo de sus emociones”, como apunta nuestra psicóloga Emi.
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