10 excusas que te mantienen atrapado en el pasado
Desde nuestra área de crecimiento personal en Cartagena queremos citaros 10 excusas que te mantienen atrapado en el pasado.
Somos conscientes de que el cambio es la única constante de la vida. Sin embargo, queremos cambiar y a la vez seguir siendo los mismos o haciendo las mismas cosas. Esa dicotomía genera una resistencia, a menudo a nivel inconsciente. Estas son las 10 excusas más comunes:
- No comprender que el cambio es necesario. En algunas circunstancias podemos no tener muy claro que es necesario cambiar, sobre todo si nos sentimos relativamente seguros y cómodos en nuestra zona de confort. Si pensamos que las cosas que hemos hecho así durante tantos años seguirán funcionando y no hay motivos para cambiar, nos resistiremos a cualquier transformación.
- Miedo a lo desconocido. El miedo a lo que no se conoce y a la incertidumbre es una de las principales razones de la resistencia al cambio. Como norma, solo nos lanzamos a lo desconocido si creemos que lo que nos espera vale la pena pero si no estamos seguros de qué encontraremos, nos resultará muy difícil abandonar nuestra posición, donde nos sentimos seguros y tenemos todo relativamente bajo control.
- Falta de competencia y temor al fracaso. Se trata de un factor de resistencia al cambio que muy pocas personas admiten pero que se encuentra en la base de ese temor. Cuando creemos que no tenemos las habilidades, competencias o fuerzas necesarias para enfrentar la transformación, muchas veces no lo reconocemos pero reaccionamos resistiéndonos a la transición.
- Apego a los hábitos. Si hemos hecho determinadas cosas de cierta forma durante mucho tiempo, será muy difícil cambiar esos patrones. No solo se trata de hábitos de comportamiento sino también de maneras de relacionarnos, pensar o sentir. Esto se debe, entre otros factores, a que en nuestro cerebro ya existen “autopistas neuronales” por las que esos hábitos discurren rápidamente, por lo que cambiarlos requeriría construir otras, y nuestro cerebro suele tender siempre a aplicar la ley del mínimo esfuerzo.
- Imposición. Cuando percibimos que el cambio es impuesto por alguien y que no tenemos voz ni voto, la primera reacción suele ser el rechazo. A la mayoría de las personas no les gustan los cambios impuestos, por lo que si no se les consulta, la disposición al cambio es mínima.
- Agotamiento y saturación. En muchos casos la resistencia al cambio está provocada porque se sobrepasó precisamente el nivel de tolerancia al cambio; es decir, la persona ha estado sometida a tantas transformaciones que ha desarrollado un rechazo a estas, como resultado del agotamiento y la saturación.
- Disonancia cognitiva. En algunos casos el cambio representa un punto de ruptura con algunas de nuestras creencias u opiniones, lo cual genera una disonancia cognitiva que no estamos dispuestos a asumir.
- Escasa motivación. Todo cambio siempre demanda movilizar determinados recursos, por lo que si no tenemos la motivación suficiente, o si no se trata de una motivación intrínseca, nos resistiremos a esa transformación.
- Mal momento. En muchas ocasiones la resistencia al cambio está provocada porque la transformación llega en un mal momento de la vida. Puede ser que esa persona esté atravesando una situación difícil o que tenga otros proyectos y no esté preparada para hacerle frente a otro cambio.
- Predisposición personal ante el cambio. Existen personalidades con una mayor disposición al cambio mientras que otras se apegan más a lo conocido. Las personalidades con rasgos neuróticos, con un locus de control interno y con una escasa tolerancia a la ambigüedad son más resistentes al cambio.
En cualquier caso, la vida en sí misma es un cambio. Ya lo había dicho Schopenhauer: «El cambio es la única cosa inmutable». Por eso, es fundamental desarrollar un nivel de tolerancia al cambio que nos permita lidiar con las transformaciones sin que estas afecten demasiado nuestro equilibrio psicológico.