Problemas de conducta en niños – Psicólogo infantil Cartagena

Hay que tener en cuenta que todos los niños (como niños que son) tienen comportamientos no adecuados a lo largo su niñez, estos comportamientos se corrigen y van formando su personalidad, pero cuando uno de estos comportamientos se prolonga en el tiempo y conlleva problemas para el niño y su entorno hay que orientarle y analizar las causas para corregirlo.

Entre los problemas de conducta más habituales están:

  • No obedece a nadie o a casi nadie.
  • Rabietas. Ataques de ira.
  • Llantos desproporcionados.
  • Falta de control de impulsos. Su conducta está conllevando problemas con terceros, y el día a día es un suplicio.
  • Hace cosas que sabe que molestan a otros y, en ocasiones, les acusa de sus errores. “Él nunca tiene la culpa”.
  • Necesidad de llamar la atención. Hace cosas ilógicas para llamar la atención de otros niños y/o adultos.
  • Problemas con hábitos: alimentarios, aseo, rutinas, esfínteres, etc. No cumple con sus tareas porque no puede o no quiere. Retrocesos constantes en sus rutinas.
  • Cambios de comportamiento en diferentes entornos, por ejemplo, en el colegio tiene un mal comportamiento y en el hogar se comporta relativamente bien.
  • Cambios constantes o permanencia en un mismo estado de ánimo: depresión, ansiedad, negativismo, aislamiento, bloqueo, etc.
  • Timidez extrema y problemas para relacionarse con los demás de una forma adecuada.
  • Celos a otros niños, hermanos, amigos, etc.
  • Otros problemas de conducta.

Estos problemas obstaculizan las relaciones del niño con las demás personas de su entorno, y la situación se convierte en un “monotema” que monopoliza la vida familiar. Los niños, por su parte, se pueden sentir infelices y reducir su autoestima, lo que puede conllevar consecuencias en el hombre adulto que se convertirá.

Entre estas conductas puede destacar la conducta agresiva/Disruptiva, que en niños es una fuente de preocupación importante en todos los ámbitos en los que se mueve el niño: familiar, escolar y social. No obstante, no siempre se manifiesta o no con la misma intensidad en todos esos ámbitos y no siempre los padres y el propio niño son conscientes de la gravedad o importancia que tiene este tipo de problemática. Además, generalmente, los padres llegan a consulta con una sensación de impotencia e incapacidad para manejar la conducta de su hijo.

Problemas con hábitos: alimentarios, aseo, rutinas, esfínteres, etc.

Durante los primeros años de vida, es el adulto el encargado de satisfacer todas las necesidades del niño y el que decide cuándo y qué puede o no hacer el niño. Con el paso del tiempo, éste va mostrando una serie de capacidades que le permiten ir queriendo hacer cosas por sí mismo; el adulto debe ir delegando en él progresivamente la satisfacción de sus necesidades con el fin de que vaya adquiriendo su propia autonomía.

La adquisición de hábitos necesarios para la vida diaria, no se puede entender como un proceso independiente del desarrollo físico, funcional y psicológico del niño. Es a partir de él, cuando el niño va a tener una predisposición hacia el aprendizaje y el momento idóneo para que padres y educadores emprendan la tarea de inculcar los hábitos. Los 3 primeros años de vida son fundamentales para la formación de la personalidad y el aprendizaje de conductas básicas.

Cada niño presenta unas características específicas y un ritmo de desarrollo propio, por lo que, cualquier inicio de trabajo de la adquisición de hábitos, implica necesariamente conocer bien al niño.

Celos

Son frecuentes las situaciones o conductas que nos indican la existencia de celos en la familia. Los celos entre los hermanos o con otros miembros de la familia, las rivalidades, las riñas constantes, alteran y distorsionan el clima de convivencia. Estas circunstancias influyen en el estado de ánimo de los diferentes miembros de la unidad familiar. Los padres sienten la necesidad de buscar una ayuda que les oriente acerca de la manera más adecuada de corregir estas conductas y restablecer la armonía y el sosiego en el hogar.

Los celos infantiles suelen considerarse normales y suelen evolucionar favorablemente en un plazo más o menos largo de tiempo. Cuando los celos ante los hermanos u otras personas se hacen permanentes, pueden convertirse en patológicos y requieren un tratamiento especial.

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